El VI Congreso Latinoamericano y Caribeño de Comunicación, COMLAC, que se llevó a cabo el 13 y 14 de julio, en la sede de la Universidad Católica Santa María La Antigua concluyó con un llamado a “recuperar lo humano y comunitario y salir al encuentro con el otro, más allá de su condición y su realidad”. En la Declaración Final se recomienda “reaprender a mirar para sentir y comunicar, desde una dimensión ética y actitud empática, que nos mueva no solo ponernos en el lugar del otro, sino a “sentir con el otro” y nos desafíe a construir otra comunicación posible”.
A continuación el texto íntegro de la DECLARACIÓN FINAL.
Declaración Final
VI Congreso Latinoamericano y Caribeño de Comunicación
Comunicadoras y comunicadores de varios países de América y el mundo, reunidos durante el 13 y 14 de julio de 2022, en el VI COMLAC, en Ciudad de Panamá, reflexionamos sobre el tema “Comunicación interculturalidad y espiritualidad para la transformación social”. Interpelados por la realidad pospandemia, que agravó las condiciones especiales de los pueblos de América Latina y El Caribe, y comprometidos en la búsqueda de una comunicación que genere esperanza, declaramos:
El Congreso de comunicación fue un espacio que nos permitió reencontrarnos tras dos años de aislamiento, para “escucharnos, intercambiar y cuestionarnos para aprender en un diálogo fecundo” sobre la realidad de la región. Constatamos que, después de la pandemia, subsisten elementos de separación y egoísmo en la sociedad, esto nos urge para ser mejores personas y profesionales, con el propósito de promover “el sentido de comunidad y cuidado la casa común”, atendiendo especialmente las necesidades de los más débiles, de los que sufren la violencia y viven excluidos.
Valoramos el proceso de “escucha” al cual nos invitó este Congreso, hemos podido compartir distintos enfoques espirituales, culturales, sociales y comunicacionales, como fundamento para entendernos entre todos y todas, ya que es una oportunidad para sentir y comprender las demandas y clamores de aquellos a quienes se les ha negado o excluido de la posibilidad de expresarse.
Reconocemos a las y los jóvenes como los gestores de la transformación social que el mundo, la Iglesia y la comunicación requieren, y junto a ellos nos comprometemos a responder al desafío de hacer “lío” y promover los cambios necesarios y urgentes desde nuestra misión comunicacional, con una perspectiva cristiana y humanista.
Denunciamos que los medios de comunicación hegemónicos invisibilizan la realidad convulsa en nuestra región, lo que nos compromete a escuchar la realidad de nuestros pueblos “con los oídos del corazón”, para hacerla visible. Nos comprometemos a promover un periodismo que transforme y fomente la creatividad, la confianza y la esperanza, en un contexto cada vez más peligroso para los profesionales de la comunicación en nuestra región; por ello urgimos a los gobiernos de la región a que se investigue y persiga a los culpables por estos crímenes y evitar que queden en la impunidad.
Debemos repensar la comunicación como ciencia de relaciones, abierta, inclusiva y equitativa, donde el contexto prime sobre el texto y se favorezca así el establecimiento de relaciones respetuosas, sinceras y fecundas.
En la era digital, hacemos un llamado a recuperar lo humano y comunitario y salir al encuentro con el otro, más allá de su condición y su realidad. Debemos reaprender a mirar para sentir y comunicar, desde una dimensión ética y actitud empática, que nos mueva no solo ponernos en el lugar del otro, sino a “sentir con el otro” y nos desafíe a construir otra comunicación posible.
Proponemos consolidar procesos formativos de comunicadores y educomunicadores desde una perspectiva crítica, participativa y socialmente comprometidos con los cambios que requieren nuestros pueblos, que nos permitan dar un servicio a la sociedad, con especial atención a excluidos, marginados y en situación de pobreza, para pasar del “ser” al “somos”.
Finalmente, los asistentes a este encuentro agradecemos la acogida y hospitalidad fraterna que la comunidad de la Universidad Santa María La Antigua y –en general– el pueblo panameño han brindado a todos una experiencia de unidad.
Ciudad de Panamá, 14 de julio de 2022